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No copiar ninguno de nuestros sueños, por favor.

martes, 5 de octubre de 2010

Una tarde como otra cualquiera, Marta se fue a pasear por el parque en compañia de sus sueños y de sus pequeños deseos hambrientos de un poco de realidad. Acababa de vivir un mal día, un día de esos que te despiertas negativa, pensando en todo lo que quisieras tener, pero que no tienes.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un objeto color rojo colocado sobre un banco. Se acercó lentamente mientras miraba alrededor para ver si algún despistado venía a cogerlo. Con disimulo, se sentó junto a la caja, y con esa curiosidad que siempre se desbordaba de su interior, la abrió. No esperaba encontrarse lo que allí había. Una cuerda dorada pasada por cinco anillos, todos ellos con inscripciones de amor. Cincuenta y seis cartas de amor, con palabras secretas y prohibidas, que le arrastraban a un mundo donde ella quisiera vivir. Servilletas de bares baratos pintadas, entradas a conciertos en última fila. Un par de entradas del parque de atracciones, y un pequeño álbum de fotos de una pareja ambos con ojos azules llenos de sueños se encontraban en el fondo de la caja. Pero aunque la caja se acabara ahi, ella sabía que la caja no tenía límite, igual que parecía no haberlo tenido la historia que contaba.
Los ojos se le habían llenado de lágrimas, y mientras ordenaba el interior de la caja, vio un papel en el fondo. Lo abrió: ''Espero que tú sepas disfrutar y vivir estos momentos igual que yo los viví en su tiempo. No puedo tenerlos cerca, se ha acabado. Pero no quiero que pierdas la esperanza de vivir en la vida una historia como ésta, la que yo he vivido. Por favor, llévatela, y cuando sientas que nada tiene sentido, mírala, y piensa que los mejores momentos, aunque se acaben, siempre estarán ahí''.
Con la mirada al frente, y la cabeza llena de posibilidades, Marta la cogió y se alejó de allí, camino a casa para empaparse de las palabras que esas cartas susurraban.

Más allá, detrás de un árbol, una triste sonrisa, salía de paseo con una lágrima fugitiva de unos bonitos ojos azules.



(Posiblemente y poco a poco, esas 56 cartas)

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