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No copy.

No copiar ninguno de nuestros sueños, por favor.

martes, 25 de mayo de 2010



La tenue luz me hace abrir los ojos.
La ventana está abierta y una suave brisa mueve mis oscuras ondas, aún brillantes y "peinadas" de anoche. Sólo se aprecia la puerta entornada y mi vestido de la fiesta, arrugado y amontonado en la silla... veo los tacones y recuerdo esa rozadura que me intentaba impedir bailar, disfrutar de ese momento en que me agarraba por la cintura y entrelazaba sus dedos entre mis ondas... yo le sonreía mientras la luz de la farola de esa pista me obligaba a cerrar los ojos. Nunca me ha gustado demasiado bailar, pero esa noche era imposible resistirse a su petición...

Hubo un momento en que nos alejamos de la multitud. Cerca de la verja, debajo de "Limonero", mi árbol favorito desde pequeña, y vimos la luna. Parecía que iluminaba nuestro momento. Íntimo, tranquilo y bonito, sobretodo eso. Sus finos labios, afrutados y blanditos, me llevaron a través de los recuerdos a ese mundo tan personal, donde todo es perfecto y posible al mismo tiempo...

Ahora sólo soy yo. Una chica cualquiera que se despierta, pero aún sigue en su dulce sueño...
Sentimos mucho no poder actualizar a menudo. Estamos en época de exámenes...
cuando lleguen las vacaciones recuperaremos el tiempo perdido... :)

jueves, 13 de mayo de 2010

No hay mejor profesor que el error.


Hacía ya una semana que el amor parecía haberse acabado en su vida. Estaba mejor, pero aún le dolia que todo hubiese cambiado tan repentinamente. Pensó y pensó hasta no poder más, y se dio cuenta de una cosa. Se estaba comportando como una de esas chicas que salen dos meses con alguien y cuando se acaba (algo que ya era evidente desde el principio) empiezan a decir en messenger, en tuenti, en todo lo que fuera público que se quería morir. ¿Y todo eso por una persona que solamente conocía de dos meses? ¿Dos meses y ya como si llevaran una vida? No, a ella nunca le había gustado eso. Pero había caido en la trampa de ser como esas personas. Pensó que, una vez más, había aprendido de los errores. Esos que al principio duelen, pero al final les acabas dando las gracias por ayudarte a ser un poco más persona.
Decidió olvidarse definitivamente de él, y con esa decisión y un zumo de limón, siguió su vida con una lección más sobre el amor y la vida (aunque al final acabaría sorprendiéndole una vez más).

lunes, 3 de mayo de 2010

Ella se levanta como cada mañana, se arregla y se mira al espejo. Se ve vacia, como si le faltara algo, algo que tenía y que ya no está en su vida. Empieza a pensar en todo, a la vez en nada. De repente, suena el timbre y baja las escaleras corriendo, por miedo a que él se enfade porque ha tardado. Se saludan con un beso, y caminan hacia clase, hablando él, y ella asintiendo y negando para complacerle, haciendo algún que otro comentario que le favorezca a él. Antes de doblar la esquina que lleva al instituto, él le da otro beso, le abraza y le dice lo mucho que le quiere. Y una luz se enciende dentro de ella, una pizca de esperanza aparece en su confundido interior. Otra vez. ''Tal vez hoy sea el día en que no discutamos, el día que me hable bien, que no me haga daño...''.
Ya en clase, las horas pasan, no se separan para nada. Ella ve de lejos a los que un día fueron sus amigos y le dan ganas de acercarse, de decir cuatros chorradas y reirse como antes. Pero él no le deja. Se enfadaría si se fuera con ellos. Y ella no quiere que él se enfade. No. Siente lo que día tras día la atormenta. Siente esos barrotes de acero delante de ella, se siente como si estuviera en una jaula encerrada con él, viendo el exterior ajeno a ellos. Pero lo peor de todo es que en su bolsillo siente la presión de la llave de la jaula, una llave que terminaría con todo, pero no, no quiere dejarle, él lo es todo para ella. Excusa tras excusa, contradicción tras contradicción.
-¿Me estás escuchando? Te estoy hablando hace un rato y estás pasando de mi. Eres una sosa. Que te den.-le dice él cabreado. Ella piensa que parecen las palabras de un niño pequeño. Pero aún así no deja de arrastrarse.
-Lo siento, lo siento... Estaba pensado. Perdona.-le dice ella intentando abrazarle.
-Déjame en paz.-dice él. Otra dosis de infantilismo.
''No, otra vez la he fastidiado... Soy tonta, pensaba que hoy no ibamos a discutir pero siempre acabo fastidiándola''. Se echa una vez tras otra las culpas. Pero algo en su interior le dice que no debe, que tiene que salir cuanto antes de aquella jaula. La llave se hace más presente en su bolsillo. Al final acaba yendo a donde él está a suplicarle que le perdone. Como siempre.
Ya de camino a casa, vuelven a pelearse, porque ella ha mirado demasiado tiempo a un chico que ha pasado. Celos obsesivos. Otra vez la llave aparece. No se hablan, y ella sube a su casa sin mirar atrás.
Se encierra en su habitación, respira hondo tumbada en la cama, intentando soportar ese dolor. Piensa en utilizar la llave de una vez por todas, tampoco tiene que ser tan difícil, un par de meses malos, pero luego... Borrón y cuenta nueva. ''Sí, en cuanto tenga ocasión la utilizaré. Podré respirar tranquila, podré mirar a otros chicos, y ese miedo a todas horas de que él se cabreé desaparecerá''.
Mientras se ducha, piensa en cómo se lo dirá y en su reacción. Será mala, pero tendrá que soportarla. Cuando sale, despejada y con la decisión tomada, mira el móvil. Un mensaje:
''No me cabreo, te perdono, pero no me gusta que mires a otro, sino ¿para qué me tienes a mi? Te quiero, lo eres todo.''

La barrera que se había formado en su interior, el valor del que se había armado... Paf. Desaparecen.
''No, no puedo dejarle''.