Seguidores

No copy.

No copiar ninguno de nuestros sueños, por favor.

viernes, 26 de marzo de 2010


Últimamente no paro de pensar lo rápido que va el tiempo. Me da miedo que pase tan deprisa, me da miedo darme la vuelta y ver que eso que tanto deseaba ya se ha ido. Cuando menos me lo espero, ya no queda nada. Él se ha ido, ese estupendo viaje ya ha pasado, las clases vuelven a empezar, ese delicioso trozo de chocolate ya no está... ¿Por qué? Tengo la sensación de que no disfruto las cosas, de que no me da tiempo a darme cuenta de lo importante que es algo hasta que se va para no volver nunca más. Las horas pasan como si fueran segundos, los días pasan como si fueran minutos, los años pasan como si fueran días. ¡Y no se puede hacer nada! Nada de nada puede evitar que parezca que era ayer cuando jugabas con ese peluche que tanto te gustaba. El tiempo se escapa de nuestras manos, no nos queda otra que quedarnos mirando como las cosas se van una tras otra, e intentar disfrutar cada milésima de segundo, que es única.


martes, 16 de marzo de 2010

Buen amigo

Hace una semana que me incorporé al trabajo... después de la gran baja. Es extraño. Mi mesa, el ordenador, mis compañeros. Lo primero que recibí al entrar fueron leves miradas inundadas en tristeza, y grandes abrazos afectuosos, incluso del jefe. Me siento, y continúo con el artículo que dejé hace meses. Recuerdo el viernes que escribí esas cuatro líneas. Esa noche Luis me llevó al cine, a ver una de esas películas que, no sé por qué, me obligaba a agarrarle del brazo... qué recuerdos. Intento continuar después del pequeño lapsus, y mi jefe me llama a su despacho. Extrañada camino hasta su bonita puerta, me asomo, y con un gesto me ofrece a sentarme en una de sus sillas. Al lado, otro chico que nunca había visto, me saluda tímidamente. Era un sustituto, según me explicó el jefe, de mi compañero de mesa. Ya que estaba de baja. Me explicó que había estado trabajando un mes en otro periódico. Y ahora yo debía enseñarle nuestra forma de trabajar, según él yo tenía "la suficiente experiencia". Salimos los dos del despacho y vamos hacia la mesa. Estaba con la cabeza agachada, parecía muy tímido, así que le pregunté su nombre, para romper el hielo. Levantó la cabeza y con una sonrisilla dijo "Javier". Le pude ver bien y me fijé en que tenía los ojos muy grandes, marrones con el filo de color miel, la nariz pequeña pero graciosa para mi gusto; la cara redondita, con unos mofletes que cogían color con facilidad. Y el rasgo que más me llamó la atención fue la "barbita". Arreglada de tal modo que le hacía un rostro especial, característico. No era demasiado alto, como yo. Y a priori parecía buena persona, simpático y muy gracioso. En cierto modo, un carácter parecido al de Luis. Con la diferencia de que él odiaba llevar barba, y odiaba cuando le pedía que se afeitase, qué recuerdos.
Me ayudó a terminar un poco de mi artículo, se le notaba que no era la primera vez que redactaba. Pensé que sería un buen compañero.
A las dos, había que irse. Esa tarde no había que trabajar, ya que el jefe tenía una reunión. Javier había perdido parte de su vergüenza, al menos conmigo. Cogió su cazadora de piel negra, preparó su maletín y me dijo que me fuera. Él apagaría el sistema. Me sabía mal dejarle solo su primer día, pero me insistió demasiado, y además me sonrió y me acompañó hasta la puerta para asegurarse de que me iba. Salí bastante contenta, pero se fue acabando conforme llegaba a casa. El silencio. Me inquietaba, hacía falta movimiento.
Aquella tarde transcurrió lenta y aburrida. Pero pensaba en lo bien que volvería a estar con mi buen amigo Javier...
Me levanto de golpe, sudada. Son las tres y media de la mañana. Por la noche tengo pesadillas, y el estar sola me asusta aún más. Siempre sueño con aquella noche de hace tres meses. Odio la noche. Y lo peor es que sé que no podré dormir hasta el día siguiente, o al menos intentarlo. Me quedo recostada, y lloro. Agarrada a la almohada, observo como finas gotas de lluvia golpean el cristal. Reviviendo la peor noche de mi vida...
Esta es la continuación de Recuerdos. Es una pequeña transición, donde paso de la introducción a la nueva vida de la chica. ¿Conseguirá encontrar una nueva oportunidad en el amor?

lunes, 8 de marzo de 2010

Desaparecer.

Me apetece desaparecer y no volver hasta el viernes por la tarde. Me apetece romper una a una las páginas del libro de biología e ir quemándolas lentamente hasta que sólo sean partículas invisibles; y que los sustratos de la tierra no existan, ni las células, ni Darwin, ni Lamark, ¿no se podían haber quedado en su casa jugando al parchís? Quiero que desaparezcan las sucesiones, las tangentes, los senos, los cosenos y los límites tan sólo un día. Y que el valenciano se me dé estupendamente bien. También que los compuestos químicos sean simples, que no tengan masas molares, ni moléculas ni átomos. Quiero todo esto tan sólo durante esta semana, aunque es imposible, ¿no puedo soñar?

Esta entrada es la consecuencia de tener dos semanas completas llenas de exámenes de evaluación. Sólo queda estudiar hasta que nos explote la cabeza...

jueves, 4 de marzo de 2010

¿Por qué? No lo sé.

Ella no sabe explicar por qué. No sabe explicar lo feliz que se siente cuando él la besa, ni tampoco esa sensación que se apodera de su cuerpo cada vez que la toca.
No sabe explicar el sabor del chocolate, ni por qué le dan tanto asco la gelatina y el pimiento. No sabe decirte por qué le aburre llevar siempre el mismo estilo y escuchar la misma música mucho rato seguido.
No sabe explicar por qué no le salen los ejercicios de matemáticas, ni por qué le gusta tanto leer.
Tampoco por qué le da todo tantísima vergüenza. Ni cómo se enseñó a teclear tan rápido.
No se le da bien explicarse, pero vive así, feliz, porque si te sientes bien...¿qué más da que sea perfecto?

Esta última frase la he cogido de una canción de ZPU-Nada es perfecto :)
Sentimos no actualizar demasiado el blog, pero es que estamos de exámenes, y no tenemos mucho tiempo.